"Por Eso Dios No Les Dio Alas a los Alacranes"

La inocencia propia de un chaval de 16 años perdía escondite cuando ella dijo: "Vamos a robarnos el coche de mi mamá", abriendo lentamente, y levantando, la puerta de su casa obtuvo las llaves que estaban colgadas en ese gato con ganchitos que colgaba de la pared. Abrir el seguro sin despertar sospechas no era dificil, neutral y a empujar media cuadra... súbete y arranca el carro - titubió mi voz. En 10 kilometros para la vecina ciudad en un símbolo de rebeldía de sobrepasar sus límites voló por años luz los míos. Al estacionarnos en una de esas sombras que esconden caricias de los ojos del curioso, esas caricias que en sus ojos verdes jugueteaban en la ventana de su alma, veían y reían de mi ingenuidad... de mi ingenuidad que brillaba incluso en esa sombra, la carencia de luz no le era suficiente para esconderse...

Y es que sus labios parecian lejanos, el abismo del miedo los alejaba cada vez más.

Nunca los besé y tal vez si los hubiese besado hoy sería de papel.

Si volviera a vivir mi vida... volvería a hacer lo mismo, esos ojos quizas hubieran succionado mi alma aún cuando me viera desde sus labios lejanos. Además esa oportunidad debía de ser tomada así, "Dios no les da alas a los alacranes", aunque al regresar a casa me creí pendejo.

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