Desde la Primera Vez Que Te Ví

"Acaso no estoy pensando en ello desde la pirmera vez que la vi? - Se dijo - ¿Acaso no llevo dos años no pensando más que en eso? "Permaneció inmóvil, mirándola; escuchando las palabras que nunca se había permitido pronunciar; las palabras que sentía y conocía, pero a las que nunca se enfrentó, confiando en destruirlas por el simple expediente de no dejar que se formaran en su interior. Ahora las oía otra vez de manera repentina asombrosamente clara, cual si las estuviera expresando ante ella... "Desde la primera vez que te vi... en cada frase que has dicho, en cada conferencia que consideraste tan sensata; no obstante la importancia de los asuntos a discutir... Tuviste confianza en mí, ¿Verdad? ¿Pensaste que reconocería tu grandeza? ¿Qué pensaría en tí como te mereces? ¿Como si fueras un hombre...? ¿Crees que no sé cuántas cosas he traicionado? Eres la única luz de mi vida; la única persona a quien he respetado; la mejor negociante que conozco; mi aliado, mi compañero en una desesperada lucha... Pero el más bajo de todos los deseos es la respuesta a lo más alto que encontré... ¿Sabes lo que soy? He pensado en ello, porque es algo en lo que no debí pensar. Para satisfacer esta degradante necesidad a la que nunca debí relacionarte, no he deseado a nadie más que a ti... No supe lo que era ese deseo hasta que te vi por vez primera. Pensé que no podía verme influido por ello... pero desde entonces, durante dos años, sin un momento de respiro... ¿Sabes lo que es desear de ese modo? ¿Quieres oirme decir lo que pienso cuando te miro?... ¿Cuando permanezco despierto por la noche?... ¿Cuando oigo tu voz por el teléfono...? ¿Cuándo trabajo sin poder apartarte de mi pensamiento? Quisiera obligarte a cosas que no puedes conscebir y saber que he sido yo quién las ha hecho. Reducirte a un cuerpo, enseñarte placeres animales; ver cómo los deseas y cómo me los pides; observar cómo tu maravilloso espíritu se ensucia con la obscenidad de tu anhelo. Verte tal como eres, tal como te enfrentas al mundo, con tu clara y orgullosa fortaleza, y luego verte sometida a mis infames caprichos. Deseo verte a mi lado y, al mismo tiempo, me maldigo por ello". - Hank pensando en Dagny en La Rebelión de Atlás de Ayn Rand.

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